“Hoy venimos a decirte Gracias! ¡Gracias por todo Señor!»

Sentimientos de esperanza, de satisfacción del deber cumplido y de gratitud, marcan la historia del primer año post pandemia en nuestra institución y segundo año consecutivo de adelantar el proyecto SEM, una experiencia de amor, solidaridad y desarrollo.

Un gran reto enfrentamos como comunidad educativa, al iniciar la presencialidad, donde el trabajo en equipo fue la mejor estrategia para abordar la gran brecha académica y emocional que poco a poco fuimos cerrando durante el año, en el proceso formador de los niños y jóvenes confiados a nuestra tarea evangelizadora.

Hoy podemos decir con ahínco que valió la pena el esfuerzo, el sacrificio, la lucha diaria por alcanzar las metas institucionales, por ser personas fuera de serie y por abrir el corazón a nuevas maneras de relacionarnos, nuevas maneras de ser auténticos y de demostrar con altura el orgullo de ser Presentación.

El proceso de sinodalidad, respuesta al llamado del Papa Francisco, fue una gran motivación para el estudio, la reflexión y la iluminación en el avance de cada proyecto, actividad y área, el cual nos permitió caminar juntos durante el año lectivo, tras la búsqueda de la fraternidad universal, que nos implicó un compromiso permanente con la paz, el perdón y la reconciliación, principios fundamentales que nos llevan a ser gestores de una nueva sociedad, más justa y equitativa, seguimos animados por el cuidado del planeta, convencidos que la vida, como don de Dios la debemos proteger en todas sus manifestaciones. Así mismo acogimos el pacto global por la educación como aporte a la transformación cultural y la búsqueda del bien común.

¡Entrego a todos los lectores la segunda edición de nuestra revista institucional ¡Magazín Huella de Amor!,  fruto del trabajo comprometido, humano y sensible al progreso y desarrollo, recogido durante todo el proceso formador del año y concretado en una experiencia vital, plasmada en letras, símbolos y arte que crea identidad propia y motivación al cambio.

Agradezco a todos, quienes hicieron posible disfrutar de las maravillas de Dios a través de la revelación de talentos y muestra del saber y del convivir.         

¡Celebremos con alegría un año más y acojamos con plenitud la llegada de los 135 años del colegio en el servicio educativo en Piedecuesta, bajo un liderazgo de impacto y reconocimiento en la región!